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ENTREVISTAS EN TIEMPOS DE LA COVID-19Maricruz Díaz: “Decía Radrigán: el arte es subversivo o no es ni una hueva”

Una actriz que deja su marca y, además, cada una de sus actuaciones son vistas como posibles ganadoras de premios; así es esta chilena que la viene llevando en estos tiempos sin teatro.Escrito por María Rosa Carbajal Fecha de publicación Jul 7, 2020

Una mujer bella, de mirada profunda y sincera. Franca, leal a sus convicciones y principios. Es de palabra clara, llega con lo que dice a todos los corazones y cuando interpreta un personaje emociona, cala muy dentro, deja un tatuaje en al alma. De una función de esta actriz nunca saldrá como entró al teatro. Lleva la magia en el cuerpo, en la voz y en la expresión.

Nominada al Premio Florencio en la categoría Revelación por su trabajo en la obra “La niña de madera de aquel Polonio”. Seguro que luego de leer sus declaraciones se conmoverá. Hoy responde Maricruz Díaz, una chilena muy uruguaya.

El 19 de febrero nos visitaste en la radio 1410AM en el programa “Teatro al día”. Participaban en el Festival de las Cercanías con “Vivir con amor, morir con gloria” Y se habló de varios proyectos, ¿con la suspensión de los espectáculos públicos el 13 de marzo, como quedó la cartelera de Tatuteatro?

El viernes 13 de marzo, Gabriel presentó Pare Don, un recital de tango y poesía y con eso quedamos “anclados en París”, es decir en el Polonio. El 14 estaba programada la quinta función de La Machi y el Gavilán con el que completábamos una cartelera para todas las edades: Pare Don, Vivir con Honor Morir con Gloria, Tintaya, Tutú y Yoyó, Los cuentos del Capitán, todos estos espectáculos prontos para recorrer todo el año por diferentes regiones… hoy Gabriel ensaya su monólogo Curuguaty 1831 una ucronía sobre el exterminio de los charrúas.

Cabo Polonio ese lugar de ensueño vio nacer un teatro o una forma de hacer teatro durante todo el año. Cuéntanos de esta valiosa experiencia

Como todos los sueños, ocurrió sorpresivamente, sin muchas expectativas y con gran humildad. Era la continuación de una tradición desde que vinimos en el 83. Colaboró la cultura del lugar que nos acogió con sus mejores y más humildes personas, con quienes compartimos guitarreadas en el rancho de doña Celia Calimaris, lugar de encuentro y fraternidad, poesía y cantos. En ese ambiente fértil crecimos. Al fallecer Chela, nos tocaba a nosotros. Escribo y presento La Niña de Madera de Aquel Polonio se convierte en una llave que abre las puertas del corazón pues la historia nos pertenece a todos. Y se representa en la cocina de casa por tres temporadas durante el verano y por varios países y pueblos de Uruguay durante el año. Me animaría a decir que sin Chela no existiría Tatuteatro. Al menos, no en Cabo Polonio. La partida de Chela fue el disparador de nuestro futuro. Pinta tu aldea y pintarás el mundo, parece ser una fórmula que sigue válida, contradictoria con la supuesta globalización. Y nos regaló la impronta, trabajar sobre la memoria.

Ustedes y sus obras han viajado fuera de fronteras, lo que enriquece mucho al artista. Háblanos de tus experiencias

También surgió como por encanto. Veníamos de hacer una vida muy alejada del teatro y nuestras prácticas de la época de Teatro Barrial no tenían nada que ver con el actual mundo profesionalizado en todos sus aspectos, gestión cultural, festivales, promotores, productores, prensa, etc. Todo era novedoso. Pero el instinto estaba vivo.
Le dije a Gabriel, busca en internet festivales de monólogos o de teatro latinoamericano donde podamos postular. Quedamos seleccionados en el Festival Entepola de Jujuy para el año 2014 y desde allí nos invitaron en cascada a Chile, México, Perú, Brasil, Francia, Alemania, España, Portugal, Italia y Suiza. Las fronteras están atravesadas por el afecto, nosotros viajamos porque hay amigos que nos acogen. Trabajamos con rigor al escribir una historia y en la búsqueda expresiva de recursos corporales y sonoros de modo que no se note que no tenemos equipos de luces, ni efectos especiales, ni bandas sonoras, ni grandes escenografías, ni casi cambio de vestuarios. Cuerpo, alma y canto pelados.

¿Ustedes tienen como medio de vida sólo el teatro? En caso que así fuera, ¿cómo han sobrevivido a esta pandemia?

Nunca tuvimos el teatro como modo de vida. Hoy tenemos una jubilación y siempre hemos sobrevivido de otras actividades. Nos tocó estar ausentes en un período fermental y de grandes conquistas para el desarrollo y profesionalización de todas las artes, pero desde que retomamos las actividades no hemos descansado ni un minuto y hemos sido recompensados infinitamente, nos reciben en todas partes con cariño. Esta pandemia nos hace valorar mucho más nuestra pequeña historia y no paramos de imaginar el regreso. En estos tres meses de silencio escénico un sueño recurrente son los encuentros de teatro. Hicimos 9 encuentros de teatro anuales en el 2017 y 2018, el 2019 sólo cinco pues trabajamos íntegramente con otros compañeros por el Tercer Encuentro de Teatro del Este.

Tatuteatro es un espacio cultural hecho con las manos de ustedes, creado para volcar el arte al Polonio y es visitado por gran cantidad de turistas y artistas, ¿cómo se siente hoy ese espacio sin actividad, sin vida teatral?

Los pobladores de Cabo Polonio que conocí hace 37 años vivían de zafras, la zafra lobera, la del camarón, del bacalao, de la cosecha de papas, de la esquila. Tatuteatro también es una zafra, de hecho, empezamos en diciembre y terminamos por abril en nuestro espacio y de ahí seguimos por otros pueblos y ciudades, en giras o festivales. Hubo una excepción en 2017 en que artistas de Portugal vinieron a una residencia en Tatuteatro e hicieron una función en pleno invierno. Hoy, la exposición de la actividad teatral está detenida, pero seguimos desarrollando los procesos creativos. La vida se manifiesta íntimamente, invitando compañeros artistas a ensayos y convivencias. Ocultos mantenemos el hogar encendido. Gabriel ensaya casi a diario su monólogo y yo convertí el teatro en taller de cerámica y estoy en plena producción. Todas nuestras programaciones cayeron, una gira en abril por Florianópolis, Porto Alegre y Guarda do Embaú, otra por el Litoral, Rivera, Buenos Aires, Minas y Canelones.

¿Cómo vislumbras el día después a esta crisis sanitaria? ¿El público comenzará a acudir a los teatros como antes?

Si no comienza habrá que salir a buscarlos. Creo que el teatro popular nos da herramientas para no depender de una sala. Somos insurrectos por naturaleza. Podemos armar teatro en cualquier rincón. El primer Encuentro de Teatro Barrial se hizo en 1982, aún en dictadura y con total prohibición de juntaderas ni para cumpleaños. Ahí nos reunimos teatreros, titiriteros, cantores populares, murguistas, poetas, pintores, en un Salón Comunal de Mesa 1, luego en La Tierrita en el 83 y así, fuimos haciendo todo lo prohibido, amar, sentir y pensar en comunión con vecinos de barrios periféricos.
El disciplinamiento que genera esta crisis va más allá de la sanidad de los cuerpos, afecta más a las actividades corporales que la propia pandemia. Creo que el miedo a estar en comunión, no se irá de un momento a otro, ni creo que a nuestros gobernantes les interese atender las demandas de un sector que apunta a reflejar la sociedad, sus contradicciones, la injusticia social, el dolor, la opresión, la violencia, la memoria. Vamos a tener que pelear por conquistar nuestro público y generar acciones coordinadas entre los grupos. “Primer Ensayo” es un ejemplo, pero puede ir a mucho más. “El arte es subversivo o no es ni una hueva” decía Juan Radrigán, el mejor dramaturgo, director y de teatro de Chile. He pensado mucho en él en este contexto.

¿Has usado diferentes plataformas digitales para mostrar las obras de Tatuteatro, existió para ustedes también esa forma de reinventar el teatro?

Hace como tres semanas estamos luchando para enviar un archivo, la última filmación de “Vivir con Honor, Morir con Gloria” al Teatro 25 de Mayo de Rocha. Es para ilustrar una entrevista que nos harán en fecha próxima. No hay modo. En Cabo Polonio estamos siempre con conexiones frágiles, si hay viento o tempestad. Y, además, tenemos nuestros años y no hemos dedicado mucho tiempo al adiestramiento en rubros tecnológicos. Personalmente valoro y admiro los esfuerzos por trasmitir contenidos de esa forma, pero en el fondo, sé muy bien que el teatro es presencial, no hay modo de explicar cómo se siente la energía del público y como es fundamental para que se realice nuestro trabajo. Intentamos no perder nuestro contacto con los niños grabando cuentos que reenviamos a maestras y amigos. También ilustramos canciones grabadas y las publicamos en YouTube…pero Teatro, imposible, será con público o no será. El teatro puede hacerse en cualquier lado, incluso en un teatro, pero no entra en una pantalla.

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